No hay preparación

Hoy no he estado a la altura, hoy no he encontrado las fuerzas necesarias para enfrentarme a la realidad, de verdad. Una realidad dura, que ha llegado en un momento que todavía no se qué significa, que no sé por qué ahora, por qué ella, que significa todo esto.

Llevo tiempo preparando emociones, llevo tiempo lidiando con mis sentimientos, poniéndolos nombre para conocerlos, para ser inteligente y estar preparada.

No era consciente, lo juro, no sabía bien que hacía, para que estudiaba, para que me preparaba, solo sabia en mi interior que eso me ayudaría, a mí y a los demás.

Estaba convencida, sonreía todo mi ser, toda mi alma, toda la luz de mi interior se despertaba como quien enciende una luz para ver en la oscuridad de una habitación vacía, con (que ingenua) ganas de comerse el mundo, pensando que puede con todo, que no afectan las cosas, que no duelen, que ya está, que la vida son sonrisas diarias que no vienen momentos que te dejan aislada que te dejan sin aliento, sin lágrimas, sin fuerzas para levantarte en un día de sol, que parece que tienes que estar alegre y en el fondo está muy nublado.

Preparada… ¿para qué?, ¿a qué nos enfrentamos?, ¿qué sabemos?, ¿qué destino nos espera?, ¿qué comentario decimos en el peor momento? Caprichosa de mi destino, conocedora  de las personas me lancé, así como la que se tira a la piscina en un día caluroso para apagar el calor de unos rayos solares que abrasan tu cuerpo, me preparé día y noche, leyendo, estudiando a los grandes maestros, mentores que tanto saben… ¿Cómo lo harán?, ¿cuál será su secreto?, ¿dónde dejan su dolor para seguir enseñando a los demás, para seguir preparándonos?

Así me prepararé, así seguí estudiando, siendo una constante aprendiz, sin llegar a ser experta, nos alcanzó, la realidad que nadie esperaba, una realidad dolorosa que se presentaba de repente. Sin saber que decir, que decirnos, abrazarnos o no, llorar o sonreír, ¿qué es mejor?

Solo escuché, me dejé llevar por algo que no explico, algo de lo que no me había preparado para esto, ni esas noches, ni esos días largos enfrente de tanta teoría, tuve que ponerlo en práctica de repente y lloré, si lo hice y mucho, lágrima tras lagrima, todavía mi cara tiene los surcos cuando bajaban rápido por mi rostro hasta el cuello.

Pero no me salió nada, me quede petrificada, me quede quieta, solo escuchando, solo estando presente, solo mi ser sabía lo que tenía que hacer y yo solo me pregunté: ¿para esto me he preparado tanto tiempo? Y una voz me contestó: no hay preparación.

Entendí el mensaje y dejé que mi energía hiciera el milagro.

Un abrazo al corazón

 

Firma Isabel

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1 comentario Comente algo!

Tienes razón. La mayoría pensamos que la preparación es necesaria para competir en este sistema capitalista. Un sistema que, desde pequeños, nos dice que debe ser así. Crecemos con la palabra grabada en la frente; pero no todo es preparación, ¿acaso nos preparamos para amar? ¿para llorar? ¿Para reír? Es cierto que debe ser así, porque lo es; y no podemos hacer nada. ¡Ojala me ayudes a encontrar esa no preparación! La necesito, de veras.
Un saludo.
Juan Carlos.

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