7 competencias de la Inteligencia Emocional

Para ser altamente competente en lo que se refiere a la inteligencia emocional en cualquier ámbito de nuestra vida, ya sea en lo laboral o en lo personal, os recomendamos que desarrolléis estas siete competencias que según el programa de FOSOE son principales para ello, estas son:

  • autoconciencia
  • autorregulación
  • empatía
  • asertividad
  • motivación
  • trabajo en equipo
  • resolución de conflictos

A continuación se define brevemente cada una de ellas:

La primera de ellas, la autoconciencia. La clave de la competencia de la autoconciencia, reside en la “toma de conciencia” de las propias emociones. Es la llave que nos permite desarrollar el resto de competencias socio-emocionales clave para cualquier proceso de desenvolvimiento personal. De esta suerte, se transforma en un requisito para gestionar nuestras emociones y las de los que nos rodean, sentir empatía con ellos, ser capaz de motivarnos a nosotros mismos y a los demás y, sobre todo, mejorar nuestra asertividad y colaborar más eficazmente con los otros.

La segunda, la autorregulación. Consiste en la habilidad para moderar o manejar nuestra propia reacción emocional ante situaciones intensas, ya sean positivas o negativas; aunque habitualmente la regulación emocional se ha considerado como la capacidad para evitar respuestas incontroladas en situaciones -por ejemplo de ira- la autorregulación también se refiere a la potenciación de las emociones positivas. Asimismo, contempla la capacidad para tolerar la frustración y posponer la gratificación inmediata en pos de objetivos a lo largo plazo.

La tercera, la empatía. Respecto a la empatía la primera definición aparece de manos de Titchener en 1920, quien utiliza el término para referirse a una especie de imitación física del malestar del otro, que evoca el mismo sentimiento en uno mismo.  Se pone de manifiesto la capacidad de la persona para poder adoptar el rol del otro, conociendo y prediciendo sus sentimientos, pensamientos y acciones; mientras que otras definiciones, se centran en las respuestas emocionales vicarias y en la capacidad de percibir los estados emocionales de los demás.

La cuarta, la asertividad. Constituye un área de la conducta sumamente relevante en los contextos interpersonales. El constructo fue propuesto en primer lugar por Wolpe (1958) y posteriormente por Alberti y Emmons (1970), quienes lo entienden como: -el comportamiento que fomenta la igualdad en las relaciones humanas, permitiéndonos actuar en defensa de los intereses propios, defendernos sin ansiedad injustificada, expresar sincera y agradablemente nuestros sentimientos y poner en práctica nuestros derechos personales respetando los derechos de los demás-. De acuerdo con el modelo cognitivo-conductual, la asertividad se concibe como la conducta susceptible de ser aprendida y modificada, que presenta una dimensión cognitiva, otra emocional y otra motora (verbal y no-verbal) y, como tal, cabe evaluarla y tratarla. Aquí se la define como el comportamiento que expresa directamente los propios sentimientos y la defensa de los derechos personales y el respeto por los derechos de los demás.

La quinta de ellas, la motivación. Se trata de un proceso que incluye diversas tendencias, unas de alejamiento y otras de aproximación, y que puede regularse tanto por uno mismo como por los demás.

En la sexta competencia que trabajamos, el trabajo en equipo, reside el antídoto frente al aislamiento social, la despersonalización o el individualismo. Un equipo es un conjunto de personas que se necesitan mutuamente para actuar. Todos los equipos son grupos, pero no todos los grupos son verdaderos equipos. El grupo ejerce una poderosa influencia sobre el individuo, y contribuye al crecimiento y desarrollo de su propia identidad. Pero la noción de equipo implica el aprovechamiento del talento colectivo, producido por cada persona en su ínter actuación con los demás. El desarrollo del trabajo en equipo es un proceso en espiral, cuya eficacia depende de en qué medida el grupo contribuye también al desarrollo personal de sus miembros.

Por último, la séptima, la resolución de conflictos, se refiere al paso de un estado emotivo doloroso, producido por deseos o intereses opuestos y contradictorios, hacia un estado de bienestar y tranquilidad por parte de todos los implicados previamente en la situación conflictiva. Ya desde su propia etimología, el término conflicto (de affligere/ afflictum, inffligere, iniffictum; o de confligere/conflictum, afligir o sufrir, que significa afligir, infligir, chocar, combatir, confrontar) hace referencia a una situación que causa aflicción o pesar porque algo se rompe, originando ruido, estruendo, alarma o sobresalto. El conflicto se caracteriza por constituir una situación de choque, confrontación, ruptura, alarma o amenaza entre aquellas personas a las que afecta. Por lo que es muy importante llegar a un acuerdo y no dejarlo en el olvido.

Nuestro deber es ahora desarrollar estas competencias y conocerlas para mejorar nuestra inteligencia emocional en cualquier ámbito.

un abrazo al corazón

Firma Isabel

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